Cultivos de frambuesas

Fragantes, coloridas y sabrosas, las frambuesas son una fruta tan sabrosa que endulza el final del verano y su cultivo ademàs tiene muchos méritos.

Los cultivos de frambuesas son resistentes, perfectos para experimentar con la agricultura biológica y ofrecen una producción abundante que puede valorizar incluso las pequeñas parcelas o aquellas zonas no especialmente aptas para el cultivo en general.

 

¿Cómo y dónde se cultivan las frambuesas en Italia?

 

El suelo ideal para cultivar frambuesas es más bien ácido, fresco y bien drenado, porque las raíces de este arbusto rústico necesitan poder respirar.

En cuanto a la exposición, sin embargo, es mejor elegir una zona no demasiado soleada y resguardada del viento, para que los frutos no se dañen por el roce con las esbeltas ramas del arbusto. El riego debe ser constante pero nunca excesivo, de modo que en primavera las plantas sólo deben regarse en caso de sequía.

 

Si a estos datos añadimos que los cultivos de frambuesas pueden situarse hasta una altitud de 1.000 o 1.500 metros, no es de extrañar que en Italia los principales productores de frambuesas sean las regiones del norte, el Trentino y el Piamonte en particular.

La planta de la frambuesa: el cultivo en macetas

 

Resistente, poco exigente y que no ocupa demasiado espacio: lo ideal para que la planta de frambuesa se pueda cultivar en macetas. ¡Y eso es exactamente lo que se puede hacer!

 

Para conseguir jugosas frambuesas en tu terraza, sólo tienes que elegir un recipiente lo suficientemente grande, mejor largo y estrecho, para que quepan dos o tres plantitas, dejando unos 30 cm entre una y otra.

 

Lo importante es elegir un rincón aireado que no esté constantemente expuesto al sol y colocar la maceta contra una pared o un pequeño soporte, para que la planta no corra el riesgo de doblarse por el peso de la fruta.

Sorbete y helado de frambuesa RivaReno: fragante y fresco

 

Entre los helados de frutas que producimos cada día en nuestras heladerías, el sorbete de frambuesa ocupa un lugar especial.

 

La razón es muy sencilla: es un helado de sabor intenso, equilibrado de forma natural entre el dulzor y la acidez, y además es muy rico en vitaminas.

En resumen: bueno, muy bueno y no solo para el paladar.

 

Para disfrutarlo al máximo, combínalo con sabores completos y fragantes como el coco y el plátano, con el eterno chocolate: en su variante megro o blanco, con el que elaboramos nuestra dulce especialidad San Luca.