La historia de los carritos de helados
El carrito pasaba y aquel hombre gritaba: «gelati»; dice una famosa canción italiana.
Así es, el cantante Lucio Battisti hablaba justo de los carritos de helados, hermosos y absolutamente coreográficos. Pero no todo el mundo sabe que nacieron en respuesta a un época de crisis económica muy dura, hasta el punto que se la denomina la «Gran Depresión».
La Gran Depresión en Italia
El término «Gran Depresión» se refiere a una famosa crisis económica del siglo XIX, que comenzó en Austria y se extendió por toda Europa e incluso a América.
¿Pero cómo empezó todo? Tras una serie imparable de ventas en la Bolsa de Viena en 1873: el mayor temor de los inversores era perder todos sus ahorros. Unos meses más tarde, los EE.UU. fueron sacudidos violentamente por el colapso del banco neoyorquino Jay Cooke & Company; fue el principio del fin: en poco tiempo una ola de terror invadió los EE.UU. y luego los otros países industrializados. La Gran Depresión también se sintió en Italia con consecuencias desastrosas: escasa circulación monetaria, excesiva sobreproducción en relación con la demanda, alto desempleo y despidos. Obviamente todo esto, como veremos, conllevó la creación de nuevos trabajos con los que ganar dinero.
El nacimiento del carrito de los helados
Según la tradición, el nacimiento del carro de los helados itinerante en Italia se remonta a finales de 1800. Algunas familias de Belluno, los Pampanin, los Bortolot y los Sagui tuvieron la intuición de empezar a empujar a mano carritos de madera para helados, dentro de los cuales había una cámara de metal estañado, llena de hielo y salmuera, en la que se sumergían los contenedores de helado.
Con el paso del tiempo, los vendedores de helados se multiplicaron: es posible distinguir entre los vendedores de helados que empiezan a abrir sus propios locales y tratan de anunciarlos enviando a sus encargados con sus carritos a la calle y los heladeros productores y minoristas de alimentos fríos.
A día de hoy seguramente es menos frecuente ver carritos de helados en la calle, pero aún así se puede disfrutar de un helado naturalmente bueno y preparado con ingredientes frescos y de temporada.
Las heladerías RivaReno ofrecen a sus clientes un helado fresco del día y servido a temperaturas ligeramente más altas de lo habitual: de esta manera el paladar de quienes lo prueban no se verá anestesiado por el frío y podrá disfrutar de toda su aterciopelada delicia.